Entrevista con Vannevar Bush

por María Amorós


Vannevar Bush es un científico de gran prestigio. Fue uno de los fundadores de la compañía American Appliance Company. Además ha dirigido otras como el Instituto Tecnológico de Massachussets, el Carnegie Institute o el National Advisory Committee for Aeronautics. Actuamente dirige, desde 1941, la Office of Scientific Research and Development. Fue el creador de la primera computadora analógica a la que llamó analizador diferencial y ahora llega con un artefacto nuevo, innovador y revolucionario llamado Memex.

MAC:

Sólo sabemos que es algo totalmente revolucionario, un artefacto nuevo que puede cambiar todo pero, ¿Qué es Memex ?

V.B.:

Memex es un aparato en el que una persona almacena todos sus libros, archivos y comunicaciones, y que está mecanizado de modo que puede consultarse con una gran velocidad y flexibilidad.

MAC:

Entonces, el aparato consiste en el almacenamiento y consulta de archivos. Pero, ¿hasta dónde se puede llegar?

V.B.:

Toda la Enciclopedia Británica cabría, pues, en el interior de una caja de cerillas, y una biblioteca de un millón de volúmenes podría caber en una esquina de nuestra mesa de escritorio. Si, desde la invención de los tipos de imprenta móviles, la raza humana ha producido un archivo total, en forma de revistas, periódicos, libros, octavillas, folletos publicitarios y correspondencia equivalente a mil millones de libros, todo esa ingente cantidad de material, microfilmado, podría acarrearse en una furgoneta. Por supuesto, la mera compresión no resultaría suficiente; no necesitamos únicamente confeccionar y almacenar un archivo, sino también ser capaces de consultarlo, y este aspecto de la cuestión lo trataré más adelante. Incluso la más moderna gran biblioteca no se consulta de manera general: sólo unos pocos se aventuran en pequeñas porciones de ella.

MAC:

¿El Memex cambiará así la gestión de archivos y las antiguas formas de indización a escala mundial?

V.B.:

El verdadero núcleo de la cuestión de la selección, no obstante, va más allá de un retraso en la adopción de mecanismos por parte de las bibliotecas, o de la falta de desarrollo de dispositivos para su utilización. Nuestra ineptitud a la hora de acceder al archivo está provocada por la artificialidad de los sistemas de indización. Cuando se almacenan datos de cualquier clase, se hace en orden alfabético o numérico, y la información se puede localizar (si ello resulta posible) siguiéndole la pista a través de clases y subclases. La información se encuentra en un único sitio, a menos que se utilicen duplicados de ella, y se debe disponer de ciertas reglas para localizarla, unas reglas que resultan incómodas y engorrosas. Y una vez que se encuentra uno de los elementos, se debe emerger del sistema y tomar una nueva ruta.

MAC:

¿Habrá que renunciar por tanto a consultar un archivo mediante el esquema habitual de indizado?

V.B.:

Se puede, por supuesto, consultar el archivo mediante el esquema habitual de indizado. Así, si el usuario desea consultar un libro en concreto, compone su código con el teclado y la cubierta del libro aparece inmediatamente ante su vista, proyectada en uno de sus visores. Los códigos utilizados con más frecuencia son de carácter mnemónico, de modo que el usuario apenas ha de consultar su libro de códigos pero, cuando así lo desea, la simple pulsación de una tecla lo trae ante su vista.

MAC:

Has comentado que el Memex guardará contenidos antes inimaginables, pero ¿cuál es la técnica mediante la cual podremos acceder a esos contenidos?

V.B.:

La mayor parte de los contenidos del Memex se adquieren en forma de microfilm listo para ser almacenado en su interior. Libros de todo tipo, imágenes, publicaciones periódicas y diarios se pueden ir introduciendo cuando se desee. Del mismo modo, se puede introducir en él correspondencia comercial u otra información de manera directa. Efectivamente, en el plano superior del aparato hay una superficie transparente sobre la que se pueden colocar notas confeccionadas a mano, fotografías, memorándums y todo tipo de material informativo.

MAC:

¿Qué forma cobrará este dispositivo?

V.B.:

El Memex consiste en un escritorio que, si bien puede ser manejado a distancia, constituye primariamente el lugar de trabajo de la persona que accede a él. En su plano superior hay varias pantallas translúcidas inclinadas –visores– sobre las cuales se puede proyectar el material para ser consultado. También dispone de un teclado y de un conjunto de botones y palancas. Por lo demás, su aspecto se asemeja al de cualquier otra mesa de despacho.

MAC:

Nos encontramos de este modo, ante una gran revolución de la información, el Memex proporcionará conocimientos infinitos.

V.B.:

En el futuro aparecerán formas totalmente nuevas de enciclopedias, que contendrán en su seno numerosos senderos de información preestablecidos, y que podrán ser introducidas en el memex para ser ampliadas por el usuario. Así, el abogado tendrá a su alcance las opiniones y sentencias de toda su carrera, así como las de la carrera de amigos y autoridades en la materia. El especialista en marcas y patentes tendrá a su disposición toda la información relativa a millones de patentes, en el seno de la cual habrá creado los senderos que resulten del interés de sus clientes. El médico, sorprendido y desorientado por la reacción de un paciente, accederá a los senderos que creó en ocasiones en las que había estudiado casos similares, y recorrerá rápidamente el archivo de los historiales clínicos de sus pacientes, así como las referencias cruzadas a clásicos de la anatomía y la histología.

MAC:

¿Es consciente de lo que traerá consigo su invento?

V.B.:

Las aplicaciones de la ciencia han permitido al ser humano construir hogares bien equipados, y le están enseñando a vivir saludablemente en ellos. También han puesto a su alcance la posibilidad de empujar masas de personas unas contra otras portando crueles armas de destrucción. Es posible que perezca en un conflicto antes de aprender a utilizar tan vasto archivo para su propio bien, pero interrumpir repentinamente este proceso, o perder la esperanza en sus resultados, constituiría un paso especialmente desafortunado en la aplicación de la ciencia a los deseos y necesidades del ser humano.



TIME Magazine
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